Hace tanto tiempo que estáis aquí,
galgos de la luz,
mariposas sin color,
gusanos rojos sobre las persianas
como lágrimas vivas.
galgos de la luz,
mariposas sin color,
gusanos rojos sobre las persianas
como lágrimas vivas.
No descansáis,
mis élitros de ámbar,
los caballos resplandecientes,
las colmenas insomnes
que rebullen en su microcosmos longilíneo.
Seguís conmigo
mástiles del ensueño,
carcaj oscuro de flechas vacías,
llueven las avispas descuidadas
y los hongos reverdecen
en el bies de las puertas.
Se ocultan en el pino del dintel héroes alucinados,
reverbero de la luz
donde brota la canción
y la atmósfera de los fuegos artificiales.
Os desprendéis de mil libros con alas alegres,
sois aventura y dolor,
miseria y golondrinas perversas,
músculos ardientes,
singladuras de un hombre
que entremezcla sus cenizas.
Os quiero en mis bolsillos y en la boca fiel,
necesito un coro de hormigas valientes
que recorran el sueño de la razón
y celebren el frenesí de la fantasía.
En la sombra o en el resplandor,
acariciando el espasmo del instante,
desnudo como mármol sin labrar,
seducido por el elixir de un jardín enhiesto;
soy un ave agraz que os sobrevuela,
mis ojos os dan luz,
mi corazón os escucha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario