De pronto un cuerpo aúna sus hilos
y flota como un globo en la mirada,
así la serpentina de tu osario creciente
en la atmósfera de los pararrayos,
en la línea de los pináculos
a los que atas tu esqueleto.
Fuera del devenir solo hay diarios escondidos,
telarañas o tapices en el hogar remoto.
Los años son un juego de piezas por unir,
el mundo ya existía,
dibujado,
contado,
vivido,
recuerdos y suvenires de hojalata,
tan anacrónicos como la luz
que absorbe un parasol antiguo.
Si me amas enséñame un dios entre las nubes,
si me amas asalta la noche del silencio,
si me amas derriba al cómitre,
si me amas baila conmigo bajo la luna roja.
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