domingo, 24 de septiembre de 2023

Viajándote hasta llegar a tu isla

 

Si me hubiera introducido en ti ya conocería los viajes,

porque hay ríos que solo transitan por tus venas,

un mar que roza tu piel con olas que no pueden morir en la arena

sino en la pared que encauza el pulso arcano de tu misterio.

 

Y es que vi en tu frente las casas blancas del sur,

los palacios vacíos que una vez gobernaron el mundo,

los acentos más niños que enternecen tu voz,

las torres con su yedra de tiempo mostrándose desnudas

igual que una derrota en la mitad de los siglos,

igual que un reloj anunciando a las horas fugitivas

de un imperio roto.

 

La sonoridad de una fe sobre la que ha llovido razón,

con violines sin alma, con lentos arpegios que se apagan

como ascuas bajo la escarcha que solidifica el fuego

que antaño conquistó países, ciudades encerradas

en el ámbar de un árbol de piedra, soldados de rojo

sobre caballos esbeltos en un ardid solemne

ante las verjas de un símbolo que finge ser altivo

ante la luz de la historia.

 

No hay nada fuera de ti.

 

Te recorro con mis pasos de nube y es tu mundo de coral

y fosas marinas, de auroras boreales en el fondo de tus pupilas,

de desiertos y jungla que llegan sin avisar, de lagos como azogue

y almenas guerreras sobre un castillo que aun guarda los ecos

de una batalla perdida.

 

Sin moverme te he recorrido hasta llegar a tu isla

donde me espera una casa, un jardín,

el sueño de un cosmos

del que no quiero despertar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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