miércoles, 27 de septiembre de 2023

Aún quedan unas gotas de juventud en tus venas

 

Solo en el cristal ambiguo descubres los caminos del azar.

 

Nunca supiste de tus alas, de la fiebre de volar los istmos de la luna,

de las cordilleras que en tus mejillas dejaron su sello de majestad,

las horas donde se respiró el latido voraz de una cumbre feliz.

 

Fue tu juventud un tren agotado por los horarios,

la calma engañosa de la palabra al surgir del silencio

como una lengua sin artificios, adormecida bajo los consejos

caducos que ya no dan cuerda a tus relojes.

 

Y, aun así, rebelde, con tu pose de dios antiguo,

amaneciste en las camas de la jungla

como una pantera poseída por el sueño de los cazadores,

que te nombran, que te conducen al final de los ríos

cuando tú eres torrente, tus hombros soportan

las columnas que la vida siembra en una piel

que hoy sería capaz de vencer al tímido jardín

que una noche, sin preámbulos, te colmó.

 

En tu memoria palpita un tizón que refulge;

y ahora en este descenso inexorable de los años

una bandera se alzará junto a ti

y aquel tiempo en que fuiste el agua

que alimentaba todas las fuentes,

el estallido febril de las cenizas que como el ave fénix

regresan a menudo al molde de tus sueños,

será el bálsamo que hará más soportable

lo que aún te resta por vivir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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