Son solo tres las cosas que
me animan.
Aquel gesto de amor materno que me regaló la infancia,
la memoria con la que regresa el desafío insolente de la juventud,
la casa que construimos los
dos para vivir nuestro futuro.
Todas vuelven para decirme,
continúa, aún estás en el camino.
Pero yo que fui pájaro, y a
veces nube,
siento en mi interior la sed
de volar,
hacia lo irremediable, hacia
lo imprevisto,
sin un horizonte claro, ni un
único sol que ilumine mis días.
Volar lejos, muy lejos, hasta
allí
donde ya no suene el reloj oscuro que aprisiona mis sueños.
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