viernes, 15 de septiembre de 2023

La ceguera del viajero

 

El adiós no es necesario si él se ha vuelto sombra.

 

Tiene el viajero un alma diseminada en mil trozos,

como un puzle por construir, visita los lugares que el azar dibuja,

recoge las teselas bajo las rocas, los alfeizares, los puentes y las plazas.

 

¿es que quizá escapa del destino, al no volver nunca su rostro?,

¿es que los pasos le llevan al silencio de los desiertos,

a las cumbres infinitas, hasta el delta de los ríos moribundos?

 

Él resiste ante la lluvia que mordisquea su piel,

él continúa como un lobo hambriento de luz

y ve los amaneceres, el crepúsculo, la sonrisa de la tarde

y se para a respirar el ensueño de la vida.

 

Y es que ya en su memoria de papel no se leen palabras,

está mudo como un sortilegio, está ausente igual que la sombra

en la faz de los espejos.

 

Ha cruzado continentes, mares de salina voz,

en el epicentro de las ciudades trata de ser la mariposa

que aún busca su jardín de mayo, le veréis caminar

como un soldado antes de la batalla, porque hay tensión

en sus arterias y unos ojos vivos que derrotan a la paz.

 

Y ocurrirá que al final de sus días no podrá describir lo que ha vivido,

será tanto, será tan enorme el tesoro

que le cegará su luz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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