viernes, 22 de septiembre de 2023

Sirena y flor

 

Ni tú misma sabías que eras flor.

 

Lo breve es así como una pompa infantil en la sed del aire

o el brillo de un cometa en la comisura de tus ojos,

lo efímero quiere ser luz, relámpago o aurora en su esplendor,

porque en el centro del estallido hay mariposas celestes,

como tú iluminando los muros del tiempo

con tu destello voraz de animal salvaje,

de grito en la profundidad de la tiniebla,

de dardo en llamas que se dirige a mi boca adolescente,

a mi razón de matemáticas sobrias en una ecuación sin equis,

a mi sombra que palpita ante el fulgor innombrable

de tus lágrimas de oro.

 

Y volverá tu cuerpo con mil abalorios de espuma,

sirena tú de algas azules que quiere la sonrisa de mi mar,

el corazón prohibido de los tritones, la voz de un argonauta

que nadie encadenó al mástil del presente, abandonado al canto,

al susurro lascivo de las ninfas pobladas de sal, señoras del inmenso océano

que se refleja en tu iris como una sima invisible donde naufragan

las historias sin futuro.

 

Pero tú eres flor, y de ti nació un jardín de colores inventados,

como en un pedestal te yergues y cien abejas revolotean

con el ritmo de sus alas como crótalos de luz,

te arracimas sobre mí y yo beso el pétalo de tus labios

hasta que, al fin, sangre mi aliento

y me duela tenerte.

 

 

 

 

 

 


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