Perdurará su alma, aunque
muden los cuerpos,
el asombro, la lucidez, el
instante que memoriza
el fulgor que ilumina las
sombras, la extraña
perfección de las curvas, la
armonía que repiten
los espejos cuando intentan
reproducir las líneas
de un rostro fugaz, el frágil
equilibrio de la luz
sobre un paisaje eterno que
el ojo ve como
un milagro; y su indiferencia de espíritu libre,
que es la auténtica razón de su misterio infinito.
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