jueves, 21 de septiembre de 2023

El túnel

 

Es de noche y hace frío, un frío de mordedura,

un frio blanco de nieve en la orilla de este túnel.

 

El frío me hace sentir que estoy en el orden de la vida,

veo como bajo la pantalla del farol los copos son amarillos,

caen sin pausa, igual que plumas de un pájaro

al que no le importa perder en el vuelo sus espigas suaves,

la siembra que arroja en el pozo de la noche.

 

Hoy han llegado cinco más, una mujer con greñas azules

a la que nunca antes vi por aquí, Marcial, como siempre ebrio,

Mariluz con sus gritos que nos impiden dormir, un joven escuálido

que quizá se escapó de casa y el viejo Martín que una y otra vez

anuncia su muerte con risas de sonámbulo.

 

Dormimos y yo sueño que colgamos de los techos como murciélagos,

el frío teclea en mi piel una canción de escarcha,

una brisa sucia se posa en la humedad,

de allí nace el olor a nausea que lentamente nos besa los pulmones

como una novia desesperada por sentir el aliento humano,

una podredumbre que no se volverá aroma de flores

en este cementerio sin cipreses.

 

¿Qué hago aquí?, es una elección libre, es un castigo, una penitencia… pudiera ser.

Tuve en mis manos el oro del triunfo, la devota fe de una familia,

todo lo que el dinero consigue sin que el alma lo apruebe,

pero renuncié como un Cristo muy pequeño, de juguete,

la pobreza es una flor antigua, la humildad un jardín interno

que solo el mismo jardinero que lo cuida logra ver; y yo soy ese jardinero

que desdeña los colores del mundo, que convive con el que está maldito,

con el despreciado porque hay en ellos un silencio de palomas

que no han querido volar en un cielo de negro metal,

de ambición; en otros lugares se vive bajo un amanecer fingido,

no aquí donde la claridad más pura entra alegre

como una ola de calor fraternal, madre amante de las almas caídas.

 

 

 


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