I
Tenía un alfil
entre los senos,
rizos de
escarcha, una roja timidez
de nube
recién nacida, botines de fieltro,
jeans heredados,
sabor de anís en los labios.
II
Era una
espiga de ojos grandes y rubia sien,
era el aire
sur sobre las olas del ártico,
era un
navío de alas azules en un mar de espejos,
era una
rayuela colgando de un árbol dormido.
III
De carne
blanca y cejas como látigos circunflejos,
conocí su
no historia en horas de biblioteca
y arañas
encendidas, en sábados de alud
y cines de
extrarradio. Una vez usó un traje
de arlequín
y no era carnaval.
IV
Y tú que imitas a los pájaros cuando duermen,
tú, el junco
sin río ni marisma, tú con el horizonte
verde en
los iris y el idioma de los niños en los sueños.
Tú, que me
hablas con palabras de oro y me escuchas
con oídos
de niebla, tú al azor que persigue los pasos de la luz.
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