Salió de
una cuadrícula,
como vena
rebelde
o surco con
vida propia.
Se alinea,
pero no es un ejército
ni canal de
ciudad
ni forma
parte de la urdimbre
de algo
mayor.
Hay una
farmacia de esquina con una cruz de neón,
en la
tienda de comestibles los pechos de Julia
bajo un suéter
ceñido, el pan redondo,
el pan crujiente,
el pan de Luis
en la bolsa
blanca de madre.
Nunca voy a
la taberna
que huele a
vino agrio,
el golpeteo de los dados
en la barra
de mármol.
Hay sombras
que se saludan en los portales,
los suelos
como casillas de crucigrama,
árboles sin
hojas en mínimos rectángulos de tierra.
Esta calle
ya solo pertenece a mi memoria,
es pasado,
aunque al cerrar los ojos la reviva,
igual que
reviven, cada vez que los cierro,
los labios
de Ángela en mi boca.
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