miércoles, 28 de diciembre de 2022

La calle de mi adolescencia

 

Salió de una cuadrícula,

como vena rebelde

o surco con vida propia.

 

Se alinea, pero no es un ejército

ni canal de ciudad

ni forma parte de la urdimbre

de algo mayor.

 

Hay una farmacia de esquina con una cruz de neón,

en la tienda de comestibles los pechos de Julia

bajo un suéter ceñido, el pan redondo,

el pan crujiente, el pan de Luis

en la bolsa blanca de madre.

 

Nunca voy a la taberna

que huele a vino agrio, 

el golpeteo de los dados 

en la barra de mármol.

 

Hay sombras que se saludan en los portales,

los suelos como casillas de crucigrama,

árboles sin hojas en mínimos rectángulos de tierra.

 

Esta calle ya solo pertenece a mi memoria,

es pasado, aunque al cerrar los ojos la reviva,

igual que reviven, cada vez que los cierro,

los labios de Ángela en mi boca.

 


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