El amor late en las buhardillas,
no es tangible como el papel moneda
que, me aseguras, compra los sueños.
A tu alma la busqué en los mercados,
no estaba en venta, ni era de oro
como los ávidos lingotes de un rey.
A mi hijo le regalé trenes sin llegada,
objetos enormes que carecían de sombra,
lujosos juguetes que coronaron su orgullo.
Ofrecí ceremonias en los párpados grises de la opulencia,
jamás entré desnudo en los laberintos de la luz,
desconocí la verdad de quien hace del pan un dios,
no entoné la canción del paria,
feliz por contemplar la luna
inmune a la ambición
y el lucro.
Si me miro en los espejos
solo veo una estatua de oro ajado y raído,
no veo mi corazón
ni mi espíritu reír,
tampoco la bondad del que nada posee
salvo un amor que fluye libre
con el más noble de los designios.
no es tangible como el papel moneda
que, me aseguras, compra los sueños.
A tu alma la busqué en los mercados,
no estaba en venta, ni era de oro
como los ávidos lingotes de un rey.
A mi hijo le regalé trenes sin llegada,
objetos enormes que carecían de sombra,
lujosos juguetes que coronaron su orgullo.
Ofrecí ceremonias en los párpados grises de la opulencia,
jamás entré desnudo en los laberintos de la luz,
desconocí la verdad de quien hace del pan un dios,
no entoné la canción del paria,
feliz por contemplar la luna
inmune a la ambición
y el lucro.
Si me miro en los espejos
solo veo una estatua de oro ajado y raído,
no veo mi corazón
ni mi espíritu reír,
tampoco la bondad del que nada posee
salvo un amor que fluye libre
con el más noble de los designios.
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