Los colores
del puerto: el rojo y el azul de los barcos,
el gris del
dique, el amarillo de tu traje de aguas.
Las
gaviotas picotean el mar, sus chillidos no tienen color,
se
arremolinan detrás de la estela que los pesqueros dejan
sobre la
piel rizada del océano.
En una
fotografía antigua estamos los tres,
tú triste,
yo serio con barba entrecana,
Juan dormido
en su silla pese al frío de la tarde.
Algún día
el sol volverá a brillar en tus pupilas,
sonreirás
como si nacieras al alba con ángeles en los pechos
y yo te
abrazaré, como ahora Juan se abraza a ti,
al sentir
en sus ojos la lluvia.
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