Mi corazón tiene la forma de una isla. Tú vivías
al norte, cerca del faro que habitan los cormoranes.
El silencio no existe en esta tierra, la cal es un barniz
que el sol muerde con incisivos rojos. En la playa
el promontorio, las huellas de los pájaros, briznas de algas
y ese rizo blanco que el mar entrega a la duna.
La flor del hibisco engalana tu ojal, el sombrero
de esparto y la cinta de seda en el mentón. Tu vestido
es un rumor de palacios, una luz herida al partir
el último tren bajo la lluvia. Mi corazón tiene la forma
de una isla, el perfil exacto de tu espalda, la latitud
sin horarios de un desnudo. Lo sé porque la isla
se parece a tu cuerpo dormido.
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