Te has ido con tus amigas a no sé qué pub de moda.
Maquillada como una geisha pareces recuperar
la juventud bajo el rímel, el carmín y esa sonrisa
adolescente que de pronto asoma en el espejo.
Con la ilusión de antaño buscas el vestido azul
que te regalé de novios y compruebas, con satisfacción, que aún te sirve.
Tu cuerpo, piensas, es tu aliado. Comprende que no pueda dormir,
que te imagine con el tercer gin-tonic en la mano, seductora
ante el conocido casual que se acercó a ti desde la barra.
No te equivoques, yo te entiendo, conmigo no son posibles los misterios
ni las aventuras, ni la novedad de otras palabras, otros gestos, otros susurros.
No habrá malestar ni rencor. Entrégate, pues, a los sentidos de la noche
con los labios húmedos y las ganas en el sexo. Solo es que me prometiste
volver a las tres y ya estás tardando, mala pécora.
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