A menudo ves una sombra en el espejo.
Es como una fiel calcomanía que sostiene tu carne.
Con los años un hostil deterioro te persigue
y no basta la ilusión de la memoria para engañarte.
Ni el mismo azogue de tu niñez, ni la luz amarillenta
que difumina tu perfil, ni los ojos que ven un sueño
que nunca cambia, bastarán cuando la sombra
descubra su calavera y encaje, perfectamente,
en tu máscara ajada.
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