Una flor en el desierto o una epifanía en noviembre.
Domingo de canciones sin voz, en la habitación procrean
los mosquitos, la escarcha en el cristal desdibuja
mi rostro, el calor de mi boca, los labios esculpiendo
títeres en el vaho. La radio es una letanía de mensajes
incautos, desde la ventana imagino su joroba de luna
que perfila el crepúsculo. La vieja arrastra los pies
por la calle gris. Su carro, con paraguas rotos,
cartones, botellas y ceniza deja un surco de babas,
caracol de su vida. La suerte del fútbol me regaló billetes
y un desafío, el desafío es acercarme al hedor, pesetas sin madre,
cuadrángulos en su bolsillo de napalm. “Esto es para usted”,
los gatos se alejan, su mirada fulge como un alfanje de ardor.
Mi aparato de música tiene dos bafles como ojos de mosca,
suena grave, sentimental, confidente, música que arrastra
hilos de un sueño, sobre una repisa su altar y en el dial
la voz de un locutor que anuncia, por fin, los cuarenta principales.
*Los cuarenta principales: programa de música en la radio.
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