El arcángel bajo la lluvia es una flor de agua.
Qué luz en lo oscuro, qué luz rota. Sonidos
de acequia, mujeres sin pintar, como carne
primera de la luz. Dónde la voz muda
en la plata del sueño, dónde tú, mandrágora,
loba, crisol del diamante, la perla en el cristal
y los ojos sin párpados del desamor. Ayer
el surco entre el agua, ayer la fina niebla,
la humedad, sin rostro, en la rama. Qué luz
sin ti, moribunda o rosa al trasluz. Tu vestido
de plástico es una piel que no existe, allí
en el umbral espera el arcángel, quiero
su abrazo, quiero su voz y su compañía
mientras mi vaso vacío reclama otra sed
que no sea el olvido.
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