La risa de los pájaros es tuya,
en el mar de tu desorden las
olas no terminan de morir,
el desafío vence a la noche y
hay colmenas de silencios que gritan sol.
Infinitos países te visten
con colores de aventura,
no es necesario el carmín
para que el rojo sea luz de encarnada fuente,
no es necesario el viento
para que sur y norte coincidan en tus brazos
como alas, en tu cola remera
de ave migratoria.
Hay un volcán azul en tus
ojos y una larga sonrisa en tus pestañas,
hay rubís en tus pechos que
ya no son tesoro
sino alhaja que se muestra al
rocío, a la lluvia
y al furor del trueno.
En tu memoria de embrión la
paz ríe como un niño alzado
hacia el cénit de la vida, de
qué círculo huye tu corazón,
en cuál laberinto dejaste la
huella volátil de la flor nacarada,
dónde la raíz que ahora crece
invertida hacia el sol
y los planetas de los sueños
más vívidos.
Tu libertad es de alondra
feliz, tus días de calor y manantial,
tus años espigas que aún no
han marchitado,
doradas como el brillo fugaz
del oro
sobre el agua de un río que
se aleja, se aleja.
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