En el pico de la paloma la espada y el pulso de la ceniza,
el aire manso de la luz y los horóscopos vencidos
igual que hojas muertas.
El valor y el silencio, la fría magnitud de los espejos en su frente,
los jardines y el sur de los oasis en sus ojos negros.
Y la estela y la gloria, el misterio de unas alas y su sombra de oro,
el lino y los leones moribundos callando la curva de su nombre.
Semíramis, armonía vocal que anuncia a una mujer de pechos grandes,
leche invencible que amamanta al sol y desdeña a la nube que vierte
su lluvia sin que la historia agote su candil.
Aún se escuchan en el fragor de la lid su grito virginal de loba en celo,
su sonoro éxtasis de hembra indómita, el galopar de sus caballos sin jinete
surcando los mares de la noche.
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