Estás en los telediarios,
aunque no digan tu nombre,
te vistes de luz, como un
farol eterno iluminas mi voz
que te llama desde la penumbra,
te oigo en el mar
porque tu corazón es de ola y
en él hay una música
de trinos sin pájaro, de
viento en los maizales que aún
no nacieron, de susurro que
llega dulcemente igual
que llega al sur el eco de un
norte hechizado. Estás
en el misterio de los días
con tu nácar de concha aleve,
en el rubor de las niñas al
reñirles su madre, en las horas
que no pasan si tus ojos se
han vuelto opacos como
los muros que ocultan la luz de los espejos. Estás sin estar,
plenitud eres de vida, agua
que mi raíz espera, enamorada de ti.
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