Los creías blancos igual que la
nieve perfecta de las cumbres (los deseos).
Pensabas que un jardín vivía
en el corazón de los relojes,
que un arco iris en la piel
risueña del futuro.
Que los cisnes cruzaban tu
sombra con sus plumas brillantes
como de novia después de un sí quiero.
Que a la sed de los días le
regalarías el agua de tu presencia.
Que la felicidad llevaba tu nombre escrito en sus bíceps desnudos
como un tatuaje inmortal.
Que en el amor no hallarías
derrota
ni se cruzaría contigo el fantasma
de la pobreza.
Pero no te aflijas, es tan
solo que fuiste engañado por la vida.
Como todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario