Máscaras de vidrio y rosas en la pared,
y en el cenit la araña que parpadea como
un candil agónico. Bajo el sitial de las sábanas
el insomne centrifuga el sueño, le da color,
atmósfera y edad. Y en el perla de la luna
un vástago feliz, y en la cruz que forman
la madera y el pálpito, un azul opaco de mar
y noche. Desvelado, no acierto a describir
el escenario hostil, mis párpados caen
como laberintos sin salida, ahora espero
un Minotauro, yo que nunca supe
dónde está Creta.
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