lunes, 19 de junio de 2023

Caín y Abel

Yo me sabía, hijo de Ada, de la estirpe de Caín.


Por eso de joven pensé que en mí habitaba el mal.

Y quise ser consecuente.

Simpaticé con los capitanes que traicionaron a Viriato,
amé a Livia, la odiosa mujer de Augusto, fui el rostro de Mefistófeles
en aquel libro de Goethe, Yago el traidor en una obra de Shakespeare,
delaté a mis amigos ante la maestra como si fuera la caza de brujas de McCarthy,
en mi habitación el Mein Kampf sustituyó a la Biblia sobre la mesilla de noche,
quise a Franco, el caudillo, que no tuvo piedad con los rojos,
me gustaba torturar, yo creo que Billy el niño se debió de inspirar en mí.

Solo eran tonterías de infancia o de adolescencia.

Hoy que soy adulto lloro y me emocionan ciertas cosas:
la felicidad inocente de los niños, la justicia haciendo justicia por una vez,
el sentimiento fraternal que abraza la desdicha de los otros.

Es posible que ahora me parezca más a Abel…

Aunque a veces regresan a mí los recuerdos,
y añoro volver a ser de la estirpe de Caín.

Lo pasaba mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario