Recuerdas que te hablé de los fondos abisales
donde la luz no traspasa la piel de la oscuridad.
Los seres del abismo tienen ojos de luna,
sus escamas de platino, su piel membranosa,
sus aletas sin músculo, me acompañan.
No hay palabras, solo mudez y asombro
y un vagar insomne entre plantas poríferas,
anémonas, corales, salitre y corrientes marinas.
Es muy dulce esta vida donde de los pecios brotan algas y moluscos,
donde los esqueletos de los náufragos son túneles, las cuencas vacías
órbitas donde anida el misterio pelágico de lo arcano.
Un cardumen de peces jóvenes fluye venturoso
por los corredores de la sima, y yo que me ahogué en silencio
nado con ellos hacia la luz imposible que del cenit del mar apenas llega.
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