sábado, 10 de junio de 2023

Los nadadores

 

Llegan, olímpicos, con sus batines blancos y sus gorros de colores.

 

Tienen sesenta, setenta u ochenta años de vida.

 

Siguiendo un ritual se desvisten-las mujeres trajes de baño negros,

los hombres bañadores ajustados al bajo vientre-.

 

Caminan en círculo, durante un rato,

en silencio como extrañas aves que no vuelan.

 

Son la diez de la mañana de un día de invierno,

el sol atraviesa la bruma, el mar está tan calmado

como un espejo líquido.

 

Ahora sin moverse del sitio agitan sus extremidades,

no son pájaros porque no quieren volar

solo sentir calor del cuerpo antes de adentrarse en el agua.

 

Y se arrojan a la piel fría del océano con decisión,

patean, los músculos tensos, reviven, con cada mínima ola

que les llega y a la que vencen con su ímpetu senil.

 

Al salir es como si la vida les devolviera un pedazo de tiempo,

su corazón late durante unos minutos con fuerza

y se abrazan felices como niños.

 


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