Llevo la condena de un río en mi interior.
Un río que matiza su colorido: púrpura, rojo,
carmesí, grana, y si permanece visible, ocre.
Fluye con la química asombrosa de la vida,
navega entre vísceras, músculos, capilares
como algas, su canal azul se ramifica sobre
pieles de infancia- apenas un hilo-, juventud
-alegría en el cauce-, madurez-sosegado tránsito-,
en el presagio de la finitud se alza con el grosor caudaloso
del invierno. Millones de veces mi corazón impulsó
su condición de lago, la quería torrente, semilla
de oxígeno, respiración regular en el meteoro
de los instantes. Y si la herida, el trauma, un golpe
de azar, rompen su equilibrio, ella cae, se vierte
en cascada roja para, al fin, ser de verdad río,
y morir como un río, en el océano del tiempo.
Un río que matiza su colorido: púrpura, rojo,
carmesí, grana, y si permanece visible, ocre.
Fluye con la química asombrosa de la vida,
navega entre vísceras, músculos, capilares
como algas, su canal azul se ramifica sobre
pieles de infancia- apenas un hilo-, juventud
-alegría en el cauce-, madurez-sosegado tránsito-,
en el presagio de la finitud se alza con el grosor caudaloso
del invierno. Millones de veces mi corazón impulsó
su condición de lago, la quería torrente, semilla
de oxígeno, respiración regular en el meteoro
de los instantes. Y si la herida, el trauma, un golpe
de azar, rompen su equilibrio, ella cae, se vierte
en cascada roja para, al fin, ser de verdad río,
y morir como un río, en el océano del tiempo.
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