El hotel es una boca vieja,
sin mandíbulas,
frente caliza,
arcos infantiles,
ojivales
en su rostro.
sin mandíbulas,
frente caliza,
arcos infantiles,
ojivales
en su rostro.
Si cruzo los espejos
épocas en sombra vuelven a la luz,
una luz amarilla de sol invertebrado,
luz de invierno,
pálida y estéril
como una luciérnaga herida.
Cruje la madera,
las arañas de cristal esconden un sur en su faro polar,
me recibe una mueca de ujier antiguo
entre alfombras raídas.
Habitación veintitrés,
pared pintada con lirios rojos,
un cubil en penumbra.
Y la lluvia como una sábana líquida,
el frío de noviembre empaña el ventanal,
la última película de Stanley Kubrick
-Eyes Wide Shut-
se anuncia
en un poster olvidado.
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