jueves, 1 de julio de 2021

Enchufes

 Es como la infancia del sol en un rostro risueño.


Ojitos redondos,

huecos como sima de latido,

se entrega al espolón bifocal

que hinca en él sus fauces de plástico,

se desdobla

-géminis su abrazo de alambre satisfecho-

encaja su vértebra

con sonido de pulsador,

en su seno un ejercicio de balanza,

encendido crea un mundo,

apagado la sombra crece

hasta mis sábanas como una lengua negra.

 

A ti te maravilla su precisión de artilugio

que no es mecánica sino fotón, hormigas de la luz,

arroyos de caudal amarillo en la cabellera de los espacios. 

 

Los electrodomésticos viven en sus ríos de fiebre,

las lámparas, sus amantes, lloran con cabelleras blancas,

verdes, rojas en el neón de los baños, de las habitaciones,

la noche es su amiga,

ronronea cuando el interruptor enciende su corazón

y los focos del misterio iluminan la estancia.

 

En mi casa sois dioses que niegan la luna,

duendes eléctricos que dais luz a los cuerpos.

 

 

 

 

 

 

 

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