Al desvestirte adoptas un perfil de bruja,
tímida en tu densidad de nube,
gris plastilina de la nada,
humo estéril que nace de mi cuerpo
en la faz inversa del sol.
Con la luz amarilla de las habitaciones
te refugias en la comisura del resplandor,
en el bies de los espejos
junto a la refulgente mirada del vacío.
Sé de tu infinita mudez
que es como una voz negra
que absorbe un aire mutilado,
una carcoma de luz.
Juegas con mi espalda
en una réplica múltiple que carece de raíz,
a veces duermes conmigo,
entonces siento tu respiración
igual que una sintonía que se desliza,
sutil arpegio de un segundo,
burbuja amante que humedece mis latidos.
Sombra mía,
cárcel que no da perdón,
que me sigues a la sima o al cenit,
inatrapable brevedad del tiempo sin tacto;
no me dejes con la luz,
apártame de mí
para que no seas tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario