Están grabados en el revés de las pupilas,
vuelven con algarabía al cerrar los párpados,
imágenes de retorno fértil que aquietan la sangre,
nunca dormidas en la prisión del tiempo. Nadie sabe
porqué ellas y no otras. Porque hubo pájaros de luz
en las estaciones repetidas y no fueron los mismos,
solo diez o quince te abrazan en las horas sin paz,
memoria selectiva de un inconsciente fulgor. Alguna
vez duelen por su intensa luz, que no es realidad,
que es el inatrapable eco del pasado, un árbol
sin hojas, un manantial que se refleja en el espejo
de tus ojos, una caricia en el maduro confín de la edad.
Asómate cada día a su placidez insomne, como un niño
que descubre una flor en la nieve. Escóndela junto
a tus sueños, no dejes que muera en ti la esperanza.
vuelven con algarabía al cerrar los párpados,
imágenes de retorno fértil que aquietan la sangre,
nunca dormidas en la prisión del tiempo. Nadie sabe
porqué ellas y no otras. Porque hubo pájaros de luz
en las estaciones repetidas y no fueron los mismos,
solo diez o quince te abrazan en las horas sin paz,
memoria selectiva de un inconsciente fulgor. Alguna
vez duelen por su intensa luz, que no es realidad,
que es el inatrapable eco del pasado, un árbol
sin hojas, un manantial que se refleja en el espejo
de tus ojos, una caricia en el maduro confín de la edad.
Asómate cada día a su placidez insomne, como un niño
que descubre una flor en la nieve. Escóndela junto
a tus sueños, no dejes que muera en ti la esperanza.
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