En la perfección de la luz hay máculas de sombra.
Yo soy la golondrina entregada al resplandor, en ti
los suburbios dibujan muros sin ventanas. El encuentro
brilla entre raíles que duermen, en el silencio de los eclipses
asoma el umbral de tu cuerpo pajizo. Mi raíz de amor
abre los candados de la infancia, se entrega como
pájaro insomne que busca en tu vientre su ramal cálido.
Si para mí el deseo es un árbol sin hojas, por qué dejas
tu flor para mañana, o simplemente desvías el átomo
que en un segundo fue nuestro hacia las orillas del barro y el adiós.
Me duele que seas recuerdo si yo para ti soy olvido, quizá exista
un racimo de palabras y de ansia donde en el instante del trasluz
copulen el ardid y los sueños que, infinitamente, sobreviven al destino.
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