¿Quién sabe si todo comienza con un roce,
una mirada, un lento vuelo de pájaros?
Compartir las horas que no pasan,
la luz sobre la yerba,
el color de abril en el parque.
La gran ciudad es un murmullo de voces, tráfico y delirio.
Hay un pacto entre nosotros.
Mientras, nos exploramos el alma y los huesos.
Mientras, el mañana desconoce si nos encontrará juntos.
El día que vendrá es el más importante de una vida,
aquel que decidirá la suerte que me aguarda.
Voy al cine, ceno un menú barato,
escribo estas letras en el dorso de una nota.
Todavía no sé que he perdido la partida.
Y si hoy vuelvo a este inútil poema
es para recordar quién no fui
o quién pude ser.
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