El olor del tamarindo y la jara.
Hacia el sur tu nombre y mi sed.
Un cambio de color en las espigas,
la fronda del alcornocal,
sandías abiertas
bajo los alpendres.
Y el mar
como una línea de azul acero
que abraza la calima.
Cerca de los acantilados
está nuestro nido,
tu piel se enciende
con la espera.
Es la flor del verano y el agua del edén,
es un tiempo de arena blanca
y labios efímeros, es el presente
en la memoria del olvido.
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