De niño una curva muy cerrada con muro al fondo
después de un descenso temerario en bicicleta.
Y ahora esto.
Circulaba en mi automóvil a las 4 a.m.
por la autopista Vigo-Coruña.
Había sido un día aterrador
-no diré por qué- cuando un mortal cansancio
invadió mis párpados.
Lo notaba pero quería llegar lo antes posible a mi destino.
Fueron tres o cuatro segundos no más
los que circulé con los ojos cerrados.
Inmediatamente paré en la estación de servicio
cuyas luces vi en el horizonte.
Creo que en esos tres o cuatro segundos
un ángel veló por mí.
Me pregunto si fue el mismo ángel de mi infancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario