Vendrá, tal vez, el orden que no vi desde la honda
profusión de los gestos inmóviles, llegará el aire
limpio o el humo que calcina el rubor de la nieve,
son minutos de reloj los suspiros que callan el incesante
acontecer de los flujos vitales, son arpegios de latitud
los giros inesperados del suceder cuando en un remolino
las cosas circulan a mi alrededor y yacen después de su sangre
viva bajo el humus de lo ido, ocurre que me traspasa la luz
y no queda claridad en mi memoria, pasará un abril tras otro
sin que la duda aleje su sombra, vigía yo desde el faro que observa
el mar con la atención perdida en el horizonte, y no arriba el navío
y no asoma en su velamen la esperanza mientras se hace viejo
el candil que ilumina el océano de la virtud insomne sin otear
un sueño entre las olas cada vez más lejanas del ansia.
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