Ya está aquí el pájaro de fuego.
Lo empuja el viento cálido de agosto.
Se nutre de la sequedad de la broza,
del matorral salvaje, del bosque fértil.
Su lengua inflama el corazón del árbol,
a las raíces les crece una flor de ceniza.
Ya no hay paz para el animal
que huye, el hombre llora
la perdida de un mundo virgen.
Al pájaro de fuego le abrieron la jaula
quienes no viven allí
sino en los altos palacios
de la miseria.
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