lunes, 25 de agosto de 2025

A mi corazón

 

Qué guardas en ti desde la primera claridad de los párpados abiertos,

una fibra noble te urdió, un susurro de madre y una voz etérea de padre,

como un crisol filtras la nieve omnisciente y el calor pasivo del devenir,

igual que un río cantas en las orillas donde se cruzan los ecos del azar,

me amparas con tu latido insomne, me buscas al atardecer de los tiovivos

con su incesante elipse de equinos al alba, has llorado bajo las ruinas

de la desdicha, fuiste águila que penetró en la sima del sentir, bebes

la luz de las historias en cometas que pasan por la fría noche del deshielo,

tu abril es un canto de flores que empañan mis ojos con las cicatrices

australes del amor, te colmaste de bondad y a veces de un odio blanco

como el pus ardiente de la rabia, te aceleras o finges calma según

los avatares lleguen con la sombra multicolor de la vida, eres la luna

consciente de su rayo que invade la locuacidad de la palabra y le das

clamor o le das alegría o callas haciéndote el dormido cuando de nada

sirve que te oigan los mensajeros ávidos de luz que ven en ti cárcel y no un ajedrez

donde se juega la partida sin ganador de los sentimientos, unas veces felicidad,

otras melancolía, casi siempre sereno gong apenas audible si alguien posa

su alma en este músculo mío cada vez mas necesitado de una voz que lo arrulle.

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