viernes, 1 de agosto de 2025

La vida no está aquí

 

Lo que llama la atención del casco viejo de las ciudades

es que siempre está igual

-sin referirme a terrazas,

comercios o residentes

que son como las flores vivas

de un jardín de piedra-.


Nada cambia allí, ni la luz, ni los edificios,

ni el color gris o amarillento de las fachadas antiguas.


El de mi ciudad no es una excepción,

me doy cuenta ahora que lo visito al alba,

-sin turistas ni borrachos

ni nadie que madrugue para ir a trabajar-,

solo el sonido de mis pasos repicando en las losas,

y el color malva del cielo entre cornisas oscuras.


En alguna época se construyeron para languidecer,

con sus bloques de granito o de caliza 

y sus iglesias con plazas 

ahora desiertas.


La vida no está aquí, la vida no es la eternidad,

la vida es todo lo contrario:

un saludo a lo efímero.


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