miércoles, 3 de enero de 2024

Tu soledad

 

No niega la palabra, pero sí la voz que responde.

 

Su manto invisible no es de oro,

es una sombra virgen que posee tu noche,

y aunque te mires en los espejos la doblez no hará de ti otra,

su silencio crece como una flor negra,

es la madre del pensamiento que no nace a la luz,

el frío carámbano de una espera sin fin,

la cicatriz que dejaron los cuerpos que ya no están juntos,

los sonidos que perturban su armonía

se han ido como se van los pájaros al poniente.

 

A menudo ante la mesa o el sofá pareces una estatua de carne,

inmóvil, los ojos detenidos, quizá en el vuelo de un insecto,

o bien oyes la música que ya nadie oye como una vieja dama del sur

vestida de organdí mientras te sirves el té de las cinco, o bien te fijas

en las telarañas de los techos, también sola la araña que eres tú

esperando una compañía que nunca llega.

 

Pero tienes memoria y objetos que son tu pasado: fotografías, muebles, cuadros, joyas…

y un antiguo diario en el que ya no escribes nada.

 

Y piensas que no estas tan sola, si te acompaña lo que has sido.

 


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