Cree un mar para ti, una isla para tu abrigo, una ola para tu trono.
Con la magia del amor los quise convertir en ciudad,
la que tú querías hecha de lluvia y sal,
grisácea como un cetáceo recién nacido.
La ciudad que tú me dibujaste en un mapa
con la ilusión en los ojos
y la persiana abierta de los sueños en la memoria.
Vino el tren del futuro desde un abril sin ayer
y te vi en un vagón con las flores del exilio en los hombros
y un fiel arco iris en los párpados.
Conociste otra ciudad.
Allí tu mar era de vidrio y metal,
tu isla el desnudo del silencio,
tu ola un túnel donde no entraba la luz.
Bajo la lluvia se mojó el mapa que un día me dibujaste.
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