Se mezclan con mi sangre, son latidos de palabras,
archipiélagos del ser y la vida, algunos vuelven sin motivo,
otros son esperanza, briznas de felicidad, dolor enquistado
que clava sus agujas en el corazón de la memoria.
Se hallan en el presente, pero habitan también las dos caras
del futuro y el pasado, son creativos si la culpa hincó sus rodillas
en el vientre de la luz, son mágicos si pintan el futuro con góndolas
multicolores sobre el canal del mañana.
No tienen cuerpo, son colmillo o arco iris, túnel o resplandor
sobre flores de nieve, a menudo visten el traje de la perversidad
o nos llevan a la canción de la indiferencia o al éxtasis
de los momentos en que lo ocurrido nos invade
como una fotografía de ángeles,
como una fiesta de carnaval en las mejillas.
Yo los quiero a todos, al humilde y al transgresor,
al tímido y al obstinado, al orgulloso y al que se pliega como papel,
al que fluye y al que quiere construir su casa en lo más profundo de mi ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario