En mi
geografía se desviste la furia del viento,
calma de
lago estéril en la noche,
luna
inmóvil con las pestañas alzadas.
Roban los
pájaros al neón su río de luz,
fuentes
sonoras que a tus ojos llegan como un alba,
como el
murmullo de una flor,
como el
espectro de los bosques que palpita ante la sombra.
Columnas
sin piel, hueso puro de siglos,
arcos sin
parteluz, puertas de óxido y haya,
el oro y un
cáliz, las capillas que ya no duermen
agitadas
por los cuerpos que miran
como si
mirar fuera lo mismo que entender.
Soy la nube
herida por el sol,
soy la
lluvia que forma un charco invisible,
soy el
círculo que se abre como un abanico,
soy el
sendero que pisan tus sandalias,
la lágrima
del mar, el suspiro del volcán,
el musgo
que humedece tu sed.
Soy lo que
no ves y te ve, soy la semejanza de una mimesis,
el frío
invierno a tus cuarenta grados de desprecio,
soy la crin
pegada a tu testuz, la cal de una casa
que has
pintado de negro y ya no visitas.
Soy el
olvido con un traje de adiós.
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