He leído
tus poemas
-los que
han llegado a mí como olas-
y me han
parecido pájaros en vuelo,
escenas que
a diario nadie nombra,
solo tú, el
misterio que hondamente nace
de ese poso
que la cultura no esconde,
los ardides
del astuto que nos dirige al sol de la poesía
como hace
el pastor con sus ovejas primerizas.
Me
persiguen en la noche esos versos que imantan lucidez,
encuentras
en los segundos la amapola del trino,
la longitud
perfecta de un clamor silenciado,
como si en
un susurro cantaras a la vida
con mil
azucenas en los labios,
pues tu poesía
es jardín de fábulas.
Yo aprendí
contigo que para sobrevivir al tiempo
hay que soñar
con la metáfora, aprendí que en los ojos del poeta
vive un dios tan humano que es capaz de desnudarnos por dentro
si lentamente recitamos la letanía asombrosa
que nos
nutre de impulsos singulares, trapecista de tus versos,
yo dialogo en las alturas con la voz ingenua que derramas.
Hay poetas en
los que persiste la luz, aunque sea noviembre.
Pero eso tú
ya lo sabes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario