Palpitan
las hojas del árbol como si tuvieran corazón,
el aire es
una lengua y el viento un látigo.
Duerme el
alacrán bajo la piedra,
no hay
flores de miel en mis rodillas
ni plata en
la tez de la redonda luna.
Hoy habito
en los ojos claros de la vigilia.
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