Se arrastra
silenciosa,
en medio de
la sombra
y es
certera como un rayo.
Una llamada
de teléfono,
lo
imprevisto en la negrura que no transige con el error,
una célula
loca que no tiene raíz
solo
enjambre, polen, jauría y el ámbar,
fósil del adiós.
Es muda
como un témpano,
como el
frío se escarcha en el corazón y pare miedo,
ausencia y
una infinita sed de vida
cuando la
llaga florece.
También es
humo negro en la esperanza,
la calamidad
de hojas oscuras que un árbol niega,
el suburbio
donde lo improbable
tiene
dentro de sí
la
maldición de una certeza inesperada.
No todos
los ángeles son ángeles de dicha,
acecha,
indiferente, el colmillo del dolor.
Su voz es
un látigo que sorprende a la inocencia,
por tal
razón aparto de mí a las cosas que no responden
a la rutina
de los horarios, a la calma de los días,
al futuro que
es real.
Soy como un
ciego que aún recuerda el milagro de la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario