No esperaba
este sol que lame mi hombro,
ni la
alegría viva del recuerdo que soñé sin ti,
crece en
mis venas un río de pálpitos que da fuerza
y color a
este amanecer, escucho cómo los pájaros
aún guardan
dentro de sí la magia de la noche,
percibo la
armonía que brota de este corazón eterno
que es el
ritual arcano de la vida, te sé ambigua
como el
esqueje de un árbol que tiembla ante
la voluntad
del aire, revoltosa, sin que la palabra
me diga que
hay raíces en tu voz que me aplacan.
Sílbale a
la luz, muerde la paz, que estallen los racimos
bajo un
cielo estival, que llueva el oro del instante
sobre nuestros
ojos que ya han dejado de soñar.
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