El pozo
negro brota como una flor cualquier día.
Sin preaviso,
igual que el rayo, hiere al azar.
Es la llamada
intempestiva en la mitad de la noche,
el diagnóstico
que nadie quería saber,
el
accidente que mata en unos ojos el destello de la luz.
Y quedan
los otros, y queda el recuerdo de quien ya no está
que primero
es dolor y, después, olvido.
Y también
queda el pozo negro a tu lado, esperándote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario