sábado, 10 de abril de 2021

La ventana

 Engaña la transparencia,

mis ojos han puesto lunas en el bisel,

en su corazón hay un espejo cóncavo

que me observa.

 

No tiene marco su esqueleto,

ni cortinas, visillos o estores

que tapen mi sombra,

canta cuando el viento se filtra en las junturas

con aullidos de lobo, parpadea si la luz es fuerte,

luz de sol en la canícula que viola el cristal.

 

A menudo es una dulce amiga su corpórea latitud,

la nariz contra su piel como amantes del día que crece,

como himnos de la noche con sonidos de azabache

y un fulgor de farolas ciegas.

 

Me gusta el vaho de diciembre,

escribo metáforas de agua que vuelan en el desliz,

mi índice resbala sobre el cantil del vidrio

y regresan algas del tiempo ya marchitas.

 

El ventanal en mi boca,

y la sensación de que el existir

es una imagen que ya no es,

algo así como el silencio del pájaro después del alba,

el segundo de un reloj

que, por un instante, fue claridad antes de ser olvido.

 

 

 

 

 

 

 

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