Los pájaros son ingenios de acero, ya no migran.
Pago mis necesidades con plástico duro,
una tarjeta de color azul, sin rostro.
El médico explica algo en un panel comunal,
sus tres minutos de luz fulgen,
pero, ¿a quién iluminan?
Soy un árbol de piel ajada,
un pensamiento sin madre que no sigue el surco unánime de los invictos,
disparos de neón en las esquinas y un lenguaje binario de resortes metálicos
como un boquear de pez en el terrazo.
Tú tendrás hijos in vitro,
el niño rubio y la niña morena, quizá.
Alzaremos las copas los días de guardar
-el seis de octubre San Circuito,
el veinte de abril la Santísima Píldora de la felicidad-.
Las playas de arena sucia con desperdicios de coltán,
el cielo es un mosaico virtual donde habitan los ojos del dictador,
en las terrazas de los bares dialogamos con palabras mudas.
Perdóname, si desde la almena el vigía que soy descubre una verdad,
ochenta años de silencio en un párpado que se derrama como un alud.
Existen ejes, botones incoloros que necesitan un índice leal,
la mecánica es una biela hipertrofiada que encoge el corazón.
Es tan difícil negar el aliento del futuro,
decir NO al latido de la máquina,
decir NO al rebaño de la especie,
decir NO al chip que envenena los sueños,
responder con un gran NO al dios de la Inteligencia Artificial.
Pago mis necesidades con plástico duro,
una tarjeta de color azul, sin rostro.
El médico explica algo en un panel comunal,
sus tres minutos de luz fulgen,
pero, ¿a quién iluminan?
Soy un árbol de piel ajada,
un pensamiento sin madre que no sigue el surco unánime de los invictos,
disparos de neón en las esquinas y un lenguaje binario de resortes metálicos
como un boquear de pez en el terrazo.
Tú tendrás hijos in vitro,
el niño rubio y la niña morena, quizá.
Alzaremos las copas los días de guardar
-el seis de octubre San Circuito,
el veinte de abril la Santísima Píldora de la felicidad-.
Las playas de arena sucia con desperdicios de coltán,
el cielo es un mosaico virtual donde habitan los ojos del dictador,
en las terrazas de los bares dialogamos con palabras mudas.
Perdóname, si desde la almena el vigía que soy descubre una verdad,
ochenta años de silencio en un párpado que se derrama como un alud.
Existen ejes, botones incoloros que necesitan un índice leal,
la mecánica es una biela hipertrofiada que encoge el corazón.
Es tan difícil negar el aliento del futuro,
decir NO al latido de la máquina,
decir NO al rebaño de la especie,
decir NO al chip que envenena los sueños,
responder con un gran NO al dios de la Inteligencia Artificial.
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